LÍMITES DE UNA MUJER CON EL SEXO OPUESTO
La real academia de la lengua española define la palabra límite de la siguiente forma: “Línea real o imaginaria que separa dos terrenos, dos países, dos territorios”. En otras palabras, un límite es la demarcación de una propiedad.
En la actualidad, vivo en un edificio en donde mis dos vecinos son mi familia. Aun con el amor y la confianza que les tengo, mi puerta de entrada permanece cerrada. Sí está cerrada para prevenir que los ladrones entren a mi casa, pero también para comunicar que antes de dejarles entrar a “mi territorio” yo debo autorizarlo, en este caso, al abrir la puerta. Si dicha puerta permaneciera abierta en todo momento, sé que mis vecinos (sobre todo los más pequeñitos) entrarían sin preguntar, y si lo hacen en un momento inoportuno, me colocarían en una situación incómoda en la que no querría estar.
Lo mismo sucede en la vida relacional: hay límites físicos y emocionales que debemos poner. A diferencia de las puertas estos límites no pueden apreciarse visualmente. Sin embargo, cuando son violentados nos percatamos de que existen y de que alguien los ha cruzado, y terminamos en una situación incómoda, y posiblemente pecaminosa.
El porqué de los límites
Los límites nos definen y nos protegen. Nos definen porque nos muestran qué soy y qué no soy, lo que amo y lo que no, lo que quiero y lo que no quiero. Me muestran mis valores morales y mis preferencias. También me protegen: si no tuviera límites claros, con facilidad me expondría a cosas que pueden influenciarnos para mal. Nuestros límites nos protegen y le dicen a la gente lo que sí o lo que no vas a tolerar. Mira lo que dice Proverbios 27:12, “El prudente ve el peligro y lo evita; el inexperto sigue adelante y sufre las consecuencias”.
Mi anhelo hoy es ayudarte a ver cómo una mujer debe ser prudente en su relación con el sexo opuesto, ayudarte a ver el peligro y cuáles son los límites que debemos poner para evitar ofender al Señor y no terminar sufriendo las consecuencias.
Amistad de un solo lado
Un alto nivel de intimidad emocional entre hombre y mujer puede tornar una relación de amistad mutua a una de amistad unilateral.
Los hombres y las mujeres piensan y procesan las cosas de forma diferente. No sucumbas ante la mentira de que no hay problemas con que un hombre sea tu mejor amigo. En la mayoría de los casos, esta es una relación de amistad unilateral, ya que la otra parte puede llegar a albergar otro tipo de sentimiento, siendo esto natural y acorde con el diseño de Dios de que un hombre y una mujer se atraigan.
Secularmente esto fue demostrado en una encuesta hecha a los estudiantes de la Universidad de Utah. Al preguntarle a las mujeres sobre la posibilidad de que un hombre sea su mejor amigo, en unanimidad todas respondieron que sí era posible, pero al hacerle la segunda pregunta de que si a su actual amigo se le diera la oportunidad de cortejarla si él la tomaría y todas respondieron que sí, mostrando claramente que este tipo de amistad íntima entre un hombre y una mujer en la mayoría de los casos es unilateral. Puedes pensar tú misma en las amistades alrededor de ti, en tu pasado y quizás aun en el presente. En dicha cercanía emocional es inevitable que una de las partes involucre el corazón, dañando así el objetivo inicial de que la relación se quedara en una “hermosa amistad”.
Evade este peligro y cultiva amistades íntimas con personas de tu mismo sexo. Aunque la amistad con el sexo opuesto no está prohibida en las Escrituras, tampoco las promueven. Los patrones de amistad que vemos en la Biblia son entre personas del mismo sexo: Ruth y Noemí, David y Jonatán, Pedro y Juan, etc. Las relaciones íntimas de discipulado como Tito 2 son descritas entre dos personas del mismo sexo.
Paño de lágrimas equivocado
Mira cómo esta cercanía de intimidad se vuelve aún más peligrosa. ¿Qué pasaría si tu mejor amigo es un hombre y es con él con quien te desahogas y compartes las frustraciones y percances que estás teniendo con tu esposo o novio? Que sea él quien te consuela y en quien encuentres refugio y comprensión, todas las cualidades que tu pareja sentimental no te proveyó.
Siendo la mujer un ser tan emocional y que es cautivado y capturado por el oído, la probabilidad de que te involucres sentimentalmente con tu amigo es inmensamente alta. Ojalá y puedas ver el peligro de tal situación. Si es la tuya, te has colocado a la puerta de la entrada de la infidelidad emocional y aun física. La mayoría de las infidelidades son perpetuadas en una relación que comenzó como una simple amistad y luego resultó en el involucramiento del corazón y las emociones. ¡Cuidado! ¡Detente! Traza el límite a tiempo, tus intimidades desvélalas con alguien de tu mismo sexo. Recuerda, “el que cree que está firme, tenga cuidado, no sea que caiga”, 1 Corintios 10:12.
Razones erradas
Es posible que estés en una situación donde no dejas en claro que deseas una amistad mientras el otro te está cortejando. Varias razones podrían estar detrás de esto. Una de las razones pudiera ser mi deseo de no herir sus sentimientos; pero mientras tanto, pasa el tiempo y él sigue albergando la posibilidad de una relación que no va a suceder. La otra posibilidad es que tengo miedo a que no me corteje nadie más y estoy dejando a este pretendiente como un plan B. Por último, pienso que muchas mujeres tienen una gran necesidad de sentirse anheladas, deseadas y cortejadas y, aunque no le interesa la persona, nunca le aclaran sus sentimientos porque es un sentimiento que está siendo alimentado y que no quieren perder.
Todo esto se resume en una sola palabra: egoísmo. El egoísmo te nubla a los derechos y las necesidades del otro. No te deja ver que es pecaminoso el sostener una mentira y usar el tiempo del otro. Puede que el pensar solo en cómo te sientes y lo incómodo que pudiera ser el decirle la verdad te esté paralizando de hacerlo porque tú no quieres ser incomodada. Pero eso no es justo con la otra persona. El Señor nos manda a que “Nada hagan por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo”, Filipenses 2:3. Ese es el ejemplo dado por Cristo, quien dejó su “comodidad” (¡su gloria!) por amor a nosotros, y es a lo que nos ha llamado a nosotros.
No te confundas ni lo confundas. Si no quieres o no estás lista para una relación de noviazgo, no abras la puerta para que entre y se ilusione y dañes la amistad. Y si ya estás en un pacto matrimonial, no hay ningún tipo de justificación para cultivar una amistad que juegue con la infidelidad.
Cuida tu corazón
Hay otra situación que requiere de límites correctos. Como ya sabemos, las mujeres somos muy emocionales y muchas, aunque no todas, podemos hilar una historia en nuestra mente por una señal que probablemente fue incorrecta de parte de un hombre. No confundas la caballerosidad o un trato considerado de parte de él como un cortejo. El tiempo es el mejor aliado en estas situaciones. Observa y confirma si esas expresiones de caballerosidad y cordialidad son también vertidas en otras mujeres; de ser así, te has topado con un caballero y no con un enamorado. Pero si resulta ser un enamorado, el corazón es engañoso. Si estás soltera, procura no dejarte impresionar con la galantería de un hombre sin que antes te haya impresionado su carácter cristiano. Si estás casada, y este es genuinamente un amigo, sabes que esta es una amistad que debe tener las puertas bien altas, y en la que tu esposo debe estar involucrado.
No te descuides, pon límites sanos y si sientes que necesitas sabiduría pídela al Señor, quien se la dará a todos abundantemente y sin reproche (Santiago 1:5).
“El sabio teme y se aparta del mal, pero el necio es arrogante y descuidado”, Proverbios 14:16.
www.thegospelcoalition.org escrito por Charbela El Hage de Salcedo