¿Por qué? En su libro: “Rico, libre y miserable”, el sociólogo John Brueggemann compartió una tremenda historia que ilustraba el porqué. Escalar el monte Everest es uno de los retos que inspira gente a hacer algo grande. Muchas personas lo intentan, a pesar de que casi el 10 por ciento de las personas que lo intentan, mueren en el proceso. Muchos de los cuerpos marcan el camino en la montaña. Y aun así las personas quieren escalar la montaña – aunque no produzca un valor social.

Hace algunos años, un escalador, David Sharp, estaba claramente en problemas en la montaña. Había 40 escaladores que se dieron cuenta de su obvia necesidad, pero pasaron de largo ese día. Él murió en el Monte Everest porque ninguno de los otros escaladores estuvo dispuesto a poner su meta personal a un lado para socorrerlo.

Así somos. Nuestro apetito por tener más, ser más, y hacer más nos hace perder de vista lo que es realmente importante. Pero no es así como Dios nos diseñó. La vida no consiste en lo que produces, en quién conoces o lo que haces. La vida consiste sobre todo en amar – amar a Dios y amar a otros.

Jesús nos dice en Marcos 8:35, “Si deciden dar su vida por mí y por anunciar las buenas noticias, entonces se salvarán” (TLA). Dios te diseñó de tal manera que nunca serás feliz a menos que estés dando tu vida en su obra. Fuiste hecho para algo mucho más grande que tú mismo. La Biblia le llama a esto tu misión en la vida. Tu significado no viene del estatus, del sueldo o del sexo. Viene del servicio. Solo al dar tu vida puedes sentir que tu vida tiene significado.

Reflexiona sobre esto:

¿Te sientes infeliz, insatisfecho o miserable? Esa es una señal de que te has enfocado en otra causa en lugar de en Cristo. ¿Por qué crees que te has enfocado en algo más?

¿Qué necesitas hacer para envolverte en la misión de Dios?

¿Cómo puedes ser ejemplo de una vida de servicio?

Fuente:  http://rickwarren.org